"El tercer final" vuelve a los estantes
Recuerdo que, de pequeño, mi abuelo me contaba historias sobre mi pueblo, ubicado entre los campos de olivos de Córdoba. En una de ellas, se relataba cómo Pompeyo había sido enterrado sobre un trono de oro, en algún cerro de aquellos parajes. Lógicamente, mi mente infantil encontraba fascinante tal posibilidad, aunque no tuviera demasiado claro quién podía ser aquel señor, ni qué papel habría jugado en la historia.
Luego, con los años, supe de Munda, una antigua ciudad romana, de ubicación disputada entre diversas regiones de Andalucía, pero que muchos situaban en las cercanías del lugar donde vine al mundo. También pude saber que el Pompeyo que guardaba relación con todo lo acaecido en aquel lugar no era El Grande, máximo rival de Julio César para hacerse con el poder en Roma, sino sus hijos, Sexto y Cneo, pero lo cierto es que mi abuelo nunca dijo que se refiriese al padre de estos dos.
En el momento en que empecé a escribir, dado lo atractiva que me resultaba la historia, y la cercanía que sentía a ella por nacimiento, era solo cuestión de tiempo que rondase mi mente la posibilidad de novelar los hechos que se relatan en la Bellum Hispaniense, documento de la época, donde se recoge lo ocurrido en torno a los enfrentamientos de las dos facciones enfrentadas en una cruenta guerra civil, la popular, liderada por César, y la de los Optimates o aristócratas, liderada por los Pompeyo.
Así surgió El tercer final, la novela más extensa que he escrito hasta la fecha, quizás porque la historia en que se basa requiere de cierto espacio para ser desplegada en su totalidad.
Existen diversas vías para conseguir la publicación de una novela, una de las cuales es su presentación a un premio literario, y ese fue el que elegí en su momento. Tuve la fortuna de que recibiese una distinción dentro de la primera edición del Premio NQP de Narrativa y Ensayo, organizado por la editorial Galeon Books, y a raíz de ella, me propusieran la edición de la obra.
Fue así como, en 2012, El tercer final vio la luz, publicado en formato digital. Su suerte, como era fácil prever, fue escasa. Resulta difícil dar a conocer una obra cuando no se dispone de una gran maquinaria publicitaria detrás, y este caso no fue distinto al de tantas otras novelas, que se pierden en la inmensidad del mundo editorial, olvidadas en algún estante (virtual, en este caso).
Es por ello que, transcurridos siete años, y una vez extinguido el contrato que me vinculaba con Galeon Books, me he decidido a darle una segunda oportunidad. Es más que probable que tampoco en esta ocasión su repercusión resulte espectacular, ni siquiera mediocre, pero nadie me puede quitar el disfrute de revisitar la historia contenida en estas páginas, para tratar de pulirla y devolverle el brillo de su juventud, si se me permite la licencia de su humanización.
También he aprovechado para realizar un nuevo Book-trailer, pues la edición de video es otra de mis aficiones. Han sido varios meses de repasos, retoques y mejoras, que me han hecho volver a gozar una vez más con la historia de mi tierra.
En su momento, se publicaron diversas reseñas sobre esta novela, muchas de las cuales son accesibles desde mi página web. En muchas de ellas se hacía mención a los problemas que plantea seguir una trama cuando los nombres de los personajes resultan difíciles de recordar, al tratarse de nombres romanos. Es por ello que, acudiendo al rescate de los posibles lectores que en un futuro puedan verse frente a esta misma circunstancia, he incluido un anexo al final de la obra, donde se incluye un listado de todos los nombres que aparecen durante la misma, con una breve indicación del personaje al que pertenecen. Espero que, de este modo, resulte más sencilla la lectura de la novela.
Permitidme ahora que os invite a descubrir la historia que se narra en "El tercer final", pues una obra literaria se encuentra incompleta hasta que unos ojos se posan sobre ella, y no dudéis en compartir conmigo vuestro parecer sobre lo que se relata en el libro; aprovechemos las ventajas que nos ofrece la aldea global en que vivimos inmersos, que nos permite ponernos en contacto de forma fácil, aunque solo sea de una manera virtual.